octubre 17, 2011

HABLAR DE FUTBOL...


Me han insinuado que para hablar de fútbol hay que vivirlo y comprenderlo.

Que aquellos a los que no nos apasiona nos faltó jugarlo de chicos, o en algún momento de la vida.

Que no podemos hablar de fútbol porque desatamos al troll que vive dentro de todos, agazapado hasta que alguien -ajeno, extraño, descastado, no integrado- despierta sus furias con su ignorancia acerca de "la más importante de las cosas menos importantes".
La noche anterior -la del martes- supuestamente TODOS debimos ser una camiseta, tatuada en la piel dicen; no sentirla lo condena a uno a irse con las "mujeres" -el tristísimo estereotipo- a ver la novela de las ocho, o a escuchar la hora del lonchecito, porque chochera, te faltan.
Y no debería decirlo, pero muchos de los que asi hablan ven la novela de las ocho con deleite, y se desgañitan con los hits incombustibles de hace cincuenta años en la oficina o en el karaoke.
Yo no veo novelas, no me gustan las canciones del lonchecito y no soy futbolero.
¿Miro el mundial? Si. Me gusta el juego atildado y enérgico que se ve en las finales. Sigo a les bleus, los franceses, con cariño desde 1986. Me cae mal Brasil. Soy un sacrílego.
El sentimiento de hincha lo comprendo, y no necesito ver fútbol para eso. En el tiempo de las pertenencias, hace mil años, en mis primeros veintis, creí que necesitaba identificarme con algún "club". Así que sumando mis desprecios y mis aversiones, salió premiada la celeste, e "hinché" por Cristal hasta 2000. Pero no había pasión. No la encontré.
(En medio de ese camino, claro, encontré cosas que sí me despertaban pasión. Las reservo para mí, pero quienes me conocen las saben...)
Ahora  me dicen que no debo opinar sobre un fenómeno que no comprendo porque no soy hincha. Y que no existe un cavernario dentro de cada uno de los que se sientan frente a la tele o en las tribunas de un estadio.

Igual Perú perdió, el país siguió adelante, y como muchas otras muestras de falsa religiosidad, la pasión por la camiseta se volvió a guardar en el bolsillo.
Para la próxima será. Entretanto, nosotros nos reímos un poco de los estereotipos y otras cosas en dos bloques de ¿Como Haríamos?.
A escuchar

Primera Parte:



Segunda Parte:

septiembre 14, 2011

¡AGARRARON A ABIMAEL!

ES INCREÍBLE COMO HAN PASADO YA CASI 20 AÑOS DESDE ESA NOCHE DE SETIEMBRE DEL 92. Mis hermanas y yo estábamos en la fiesta de 15 años de una de sus amigas del Colegio, y alguien trajo la noticia bomba al filo de la medianoche.
- ¡Agarraron a Abimael!
La fiesta quedo paralizada un ratito, y de quinceañero -de los antiguos, que se hacían en casa- terminó más bien en comentario de lo que pensábamos.
Y sí, las fiestas terminaban temprano, así que a golpe de una todos en casa mirando la tele y enterándonos de lo que había sucedido.
Parecía imposible. Sonaba a increíble. Pero sí, como decían por ahí: el cachetón había caído.
Obviamente los arequipeños no sufrimos -mucho- el terror. Y es un decir, porque la sensación de zozobra, de país a la deriva y al borde de la peor de las dictaduras era constante, y nacional.
En esos años habían hecho una película increíble, dolorosísima, urgente: The Killing Fields. Una imagen descarnada de la masacre que Pol Pot y su visión maoísta de las cosas -sí, la misma de Guzmán y Cía- hizo en Camboya. A muchos nos aterraba la perspectiva de vivir en un país tan terrible, tan ausente, tan ajeno para quien nunca fue cordero. Y más aún que otros creyeran que era justo, y necesario.

Han pasado casi veinte años, y en el verano de 2011, mientras las lluvias caían de nuevo en mi amada ciudad, y otros amores me llenaban el espíritu, un grupo de gentes, veinteañeros todos, empezaron a reivindicar, en Facebook, sin pudor, los hechos de Guzmán y los suyos como "gesta" y "revolución".
Por eso me pregunto: ¿sucedió? ¿o es que los mayores de treinta nos inventamos las masacres y el pánico?

Por eso ¿CÓMO HARÍAMOS? habla de esos tiempos terribles este jueves a las 20.00. Y por eso los invitamos a contarnos como vieron a Sendero en su tiempo, y si tienen pocos años, a que nos digan que saben de lo que sucedió en el país, tantos años ha.


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